Me encantarĂa que la mĂa estuviera en una de esas cabinas donde se ve el trasero desnudo, con las piernas atadas, pero no puede ver nada. Normalmente hay una pared con varias mujeres y los hombres pagan para entrar y elegir una concha. En el lado del hombre tambiĂ©n hay una pantalla de televisiĂłn para verle las tetas y la cara mientras la embiste. Luego, los hombres entran y salen de cada concha y deciden en cuál terminar.